El topo. El espía que surgió de entre nosotros.

El topo es una de mis películas del año. Era previsible ya que últimamente estoy obsesionado con el género de espías y esperaba con muchísimas ganas este estreno desde que su inmejorable tráiler me puso los dientes largos. No me canso de verlo. 

Tanta fue la tentación que me vi incapaz de vencerla y  me compré la famosa adaptación televisiva que la BBC realizó en 1979 de la novela de John Le Carré. La serie contaba con ciertas ventajas como la enorme credibilidad que aportaba Alec Guinness  y el tiempo necesario para desarrollar todos los detalles de la compleja trama. Sin embargo, tuve el suficiente autocontrol para no ver los dos últimos capítulos y  no chafarme a mí mismo el final.

Así que me planté en el cine sin saber quién era "the mole" (el topo) y con una firme idea de lo que me iban a contar: George Smiley es un espía retirado a la fuerza al que encargan  buscar dentro del servicio de inteligencia británico a un infiltrado que trabaja para Rusia. Una idea apasionante la del reto mental que supone el enfrentamiento entre Smiley y un topo que lleva años fingiendo delante de él. La lista de sospechosos se reduce a los cuatro miembros de la cúpula directiva, a los cuales se les asigna un nombre en clave siguiendo una canción infantil británica: Calderero (Tinker), Sastre (Tailor), Soldado (Soldier) y Pobre (Poorman). Desenmascararle resulta casi imposible porque  las pistas sobre su identidad han sido borradas y requieren de una complicadísima reconstrucción a base de interrogatorios, sospechas, sacrificios y traiciones.

La serie me gustó pero la película me encantó, debido principalmente a una producción cuidadísima. Para empezar, nos encontramos con un reparto de esos que son muy difíciles de lograr: Gary Oldman, Tom Hardy, Mark Strong, Colin Firth, Toby Jones, John Hurt y Benedict Cumberbatch (el Sherlock Holmes de la más reciente versión televisiva ). Dejadme que apunte como curiosidad que Oldman y Hardy están en el mismo bando pero que dentro de unos meses los veremos enfrentándose en La nueva de Batman (que es como todo el mundo va a pedir las entradas en el cine. El caballero oscuro: la leyenda renace es un título imposible de recordar para más de uno).

 

Tenemos también una puesta en escena que recrea perfectamente los años 70 dándole un pátina de credibilidad y estilo al vestuario, los decorados, la iluminación y el movimiento de la cámara. Especialmente elegante resulta la decisión de ocultar la cara de dos personas importantísimas en la vida de Smiley: Ann, su espectacular e infiel mujer, y Karla, el jefe de los espías rusos y mayor enemigo, al que se enfrenta durante toda la película a través de una especie de juego de ajedrez donde cada uno no dudará en sacrificar cualquier peón. Ann y Karla son dos fantasmas, dos figuras mitificadas que si tuvieran rostro (como sí ocurría en la serie) nos decepcionarían por no estar a la altura de nuestras expectativas.

Tampoco me puedo olvidar de una banda sonora  elaborada por el español Alberto Iglesias, que ya se lució con El jardinero fiel, otra película basada en una novela de Le Carré. La música creada expresamente para la ocasión, con The wolfman  como tema central, se mezcla con algunas canciones de la época, como en esa maravillosa última secuencia donde se mezclan los flash-backs de una fiesta con la triste realidad al son de una versión del clásico La mer cantada nada menos que por Julio Iglesias. Queda de escándalo. 

Sin embargo, lo que más llamó la atención es lo bien que han condensado e hilvanado la historia sus guionistas (se nota la mano de Peter Morgan, quien escribió el primer borrador), su director (Tomas Alfredson, el creador de otra obra maestra como es Déjame entrar ) y su montador (desconozco su nombre y no os voy a engañar mirándolo en Internet). Consiguen un complicado equilibrio en el que te desafían a completar el puzzle sin dejar nunca que te pierdas.

Entre tanto halago, señalaré dos peros. Primero, que encontré un fallo de casting que me molestó mucho. Segundo, que a ratos es una película lenta y desapasionada. Varias personas me lo han comentado como un error, pero yo lo veo más  como una marca del realizador, quien ha optado por ese estilo para recrear la frialdad del relato original y de la literatura de Le Carré. 

En resumen, nos encontramos con una absorbente historia que muestra la verdadera naturaleza del espía: hombres normales, con debilidades enormes y  sin  habilidades extraordinarias. Olvidaos de James Bond, Ethan Hunt o Jason Bourne y disfrutad de George Smiley.

By David Ramírez