martes, 8 de noviembre de 2011

Las Cronocríticas I

Me vuelvo a Málaga. Otra etapa que se acaba. Debido a que me tiré dos semanas anclado en el sofá por culpa de un esguince tocapelotas, que la no-conexión a internet me dejó aislado del mundo recientemente, y los innumerables días grises y de lluvia, he tenido muuuuucho tiempo para ver pinículas, siguiendo con la tónica general desde que volví a Inglaterra este año. Algunas hasta las he visto en el cine… ¡pagando!! Ahora que se acerca el momento de seguir por otros caminos para mí y no he tenido tanta voluntad como para hacer crítica de todas, me gustaría hacer recapitulación inspirándome en las “tweet-críticas”; voy a hacer un breve recorrido por tooooodas (o casi) las que ha ejecutado mi reproductor estos últimos meses, porque no me quiero dejar ninguna opinión atrás. No son los cronocrímenes, son las… CRONOCRÍTICAS!!



No estoy seguro si es por orden cronológico de visionado, alfabético, de aceptación o del que me ha salido de los mismísimos:


No matarás (Krzysztof Kieslowski, 1988) – Reflexión sobre el asesinato y la muerte, la culpa y la redención, con mucho aire a Crimen y castigo. Quizá peque de ritmo lento y un personaje principal algo infantil, pero sigue siendo un trabajo más que digno.


No amarás (Krzysztof Kieslowski, 1988) – Historia de amor, desamor, obsesión y sus confusas fronteras, así como la incapacidad de ser feliz. La primera gran obra maestra de Kieslowski, tan desgarradora y cruel como tierna.


La doble vida de Verónica (Krzysztof Kieslowski, 1991) – Consagración internacional del director polaco. Sensacional fotografía y magnífica Irene Jacob en su desdoblado personaje, cuyo paralelismo sin embargo no parece tan pertinente como podría haber sido. La historia se queda a medias, no es mi favorita desde luego.


Ágora (Alejando Amenábar, 2009) – La taquilla y los premios fueron injustos con esta gran película de trabajado guión y mastodóntica producción, lastrada probablemente por las altas expectativas creadas. Devastadora crítica a la religión (también eso le habrá pesado) en defensa de la ciencia como motor de progreso.


Películas para no dormir (Varios, 2006) – Intento de revivir las televisivas Historias para no dormir de Chicho Ibáñez Serrador que fracasó estrepitosamente al emitirse sólo dos de las seis entregas producidas (las firmadas por Álex de la Iglesia y Jaume Balagueró). Abuso de los tópicos del género e historias cogidas por los pelos, aunque se dejan ver. Cabecera aberrante.


Ahlaam: Sueños (Mohamed Al Daradji, 2005) – Rodada tras la invasión estadounidense de Iraq, refleja la locura del régimen dictatorial y la degradación de la guerra sobre una población llevada al límite por la pobreza, la represión y la destrucción; todo ello representado en las historias de varios pacientes que escapan de un psiquiátrico durante el bombardeo de Bagdad. Medios escasos para una película muy sentida y arriesgada, en sentido literal.


Atrapado por su pasado (Brian De Palma, 1993) – Diez años después de Scarface, De Palma y Pacino volvían a cruzar sus caminos para realizar otra joya del cine de gangsters, en este caso retratando a aquellos que pretenden alejarse de ese mundo sin conseguirlo. Majestuosas escenas de acción marca de la casa en un tono más contenido que en otros trabajos. Brillante, igual que el papel de Sean Penn.


Ché, el Argentino y Ché: Guerrilla (Steven Soderbergh, 2008) – Retrato desapasionado y distante del revolucionario, crea un necesario clima de reflexión sobre su figura, más humana que nunca. Aun cuando la exactitud de ciertos hechos puede quedar en entredicho (especialmente en la segunda parte), la sensación de realismo es asombrosa, gracias también al comedido trabajo de Benicio del Toro (pena que le falle el acento). Biopic frío pero muy interesante, ideas políticas aparte.


Concursante (Rodrigo Cortés, 2007) – Pretenciosa ópera prima, la enmarañada historia y la crítica al capitalismo se diluyen entre extravagantes planos con demasiado filtro, una cámara innecesariamente nerviosa e histriónicos personajes, exceptuando quizá a Chete Lera. Talento latente en la realización que necesitaba centrarse (ahí está Buried para demostrarlo).


Slacker (Richard Linklater, 1991) – Una muestra de lo que podríamos llamar como “cine universitario”, simple y natural. Diálogos anodinos y desenfadados que van hilando un escaparate de fauna urbana, sin más argumento que ir mostrándolos. Se deja ver aunque no deje huella.


Dazed and confused (Richard Linklater, 1993) – El empecinamiento de Linklater en ofrecer por fin un retrato fidedigno de la juventud americana de los años setenta se salda con una película de culto dentro del cine independiente, que incluye a varias futuras estrellas de Hollywood. Resultona y desenfadada.


Rashomon (Akira Kurosawa, 1950) – Fábula moral que nos demuestra la relatividad de la percepción humana. Lección ética de un maestro incipiente, toda una delicia.


La fortaleza escondida (Akira Kurosawa, 1958) – La supuesta inspiración de La guerra de las galaxias, una narrativa adelantada a su tiempo, larga pero entretenida. Toshiro Mifune en estado de gracia.


Dersu Uzala (Akira Kurosawa, 1975) – Un prodigio de sensibilidad, probablemente el más bonito canto a la naturaleza que haya deparado el cine y un personaje homónimo que despierta la mayor de las ternuras. Impecable realización, impresionantes planos de bosques y montañas.


Kagemusha (Akira Kurosawa, 1980) – Descarga de colores vivos en esta historia de conflictos entre clanes del Japón medieval, densa y críptica. Su inmensa calidad queda eclipsada por la siguiente obra de similares características, que es…


Ran (Akira Kurosawa, 1985) – El poder visual del genio japonés llevado al extremo. Mucho más que una adaptación del ‘shakespeariano’ Rey Lear al entorno samurái, recorrido por los pecados capitales del ser humano a través de imágenes tan bellas como impactantes. Una de las películas más importantes de su década.


Dreams (Akira Kurosawa, 1990) – Testamento cinematográfico de Kurosawa, implícito en el propio título, a través de varias historias cortas, oníricas e hipnóticas. Psicodelia de los sueños reflejando traumas, miedos, deseos, obsesiones y la fuerza de la vida abriéndose paso.


Y bueno, ya seguiré dando el coñazo con más...


José Miguel Moreno

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