¿Antonio Banderas es gafe?

Antonio Banderas es uno de los personajes más importantes de nuestra cinematografía por ser el primer actor español que triunfó en Hollywood, abriendo la senda que posteriormente han seguido muchos otros: Penélope Cruz y Javier Bardem con éxito; Paz Vega y Jordi Mollá, sin él por ahora.

Sin embargo, después de 20 años en Estados Unidos, ¿cuántas películas buenas ha hecho? De su medio centenar de trabajos al otro lado del Atlántico ninguno es una obra maestra y, quitando sus cortos papeles en Philadelphia y Entrevista con el vampiro, muy pocos resultan interesantes. De hecho, creo que la única película suya con un papel largo y que me guste es Shrek 2, donde se limitaba a doblar al Gato con botas. Prácticamente el resto de su filmografía norteamericana es morralla.

Muchas estrellas sacrifican su prestigio a cambio de participar en producciones muy exitosas. Banderas aceptó este trato y tuvo varios números uno con La máscara del Zorro y sus trabajos con Robert Rodríguez, pero nunca llegó a convertirse en una mega-estrella de primera división. He aquí un tema que siempre me ha fascinado: cómo ha trabajado con grandes directores que en la mayoría de las ocasiones han conseguido con él una de las peores películas de sus carreras.

En Miami (1995) un director casi novato, David Frankel, fracasó notablemente a nivel de crítica y de taquilla. Frankel lo hizo mucho mejor años después con El diablo viste de Prada.

Aquel mismo año llegó Asesinos, escrito por los hermanos Wachowski, coprotagonizada con Silvester Stallone y dirigida por nada más y nada menos que Richard Donner, el que seguramente tenía por aquel entonces el currículum más impresionante de toda la industria: Superman, La profecía, Los Goonies, Lady Halcón y la saga  Arma letal. ¿Visteis Asesinos? No os preocupéis, nadie lo hizo. Y no es que Donner se encontrara en un momento bajo: su película anterior fue Maverick y la posterior, Conspiración.

Con Two much de Fernando Trueba encontramos otro “valle”, una película floja entre dos fuertes: Belle epoque y La niña de tus ojos. Tampoco es que estuviera muy acertado Alan Parker con Evita, muy inferior a Arde Mississippi, El corazón del ángel, Fama o El expreso de medianoche.

El malagueño consiguió dos años después su mayor éxito hasta ese momento, La máscara del zorro, un pasaporte para protagonizar El guerrero nº 13, superproducción de acción con guión de Michael Crichton y a cargo de John McTiernan, autor de Depredador, La caza del Octubre Rojo y Jungla de cristal. El guerrero nº 13 se puede considerar su mayor fiasco hasta la fecha. Y si os lo preguntáis, sí, McTiernan arrasó en taquilla con su película anterior, la tercera entrega de Jungla de cristal, y con la posterior, El secreto de Thomas Crown.

Año 2002, Banderas estrena Femme fatale, un filme escrito y dirigido por Brian de Palma. Aquí estamos hablando de palabras mayores: Doble cuerpo, El precio del poder, Los intocables de Eliot Ness, Atrapado por su pasado y Misión: Imposible entre otras jalonan su filmografía. Pues bien, creo hablar en nombre de todos los que hemos visto Femme fatale cuando digo que es una de las películas más ridículas que he visto en mi vida, a lo que contribuyó notablemente el malagueño con una escena en la que hace de “mariquita loca” que avergonzaría hasta a Arévalo.

El actor debió pensar que si no lograba el éxito en el cine de acción, quizá debía volver a sus orígenes y consiguió trabajar en una película de Woody Allen, sin duda unos de los pocos genios que siguen trabajando en Hollywood y de quien se dice que está en horas bajas. Sin embargo, con Si la cosa funciona ( 2009) y Midnight in Paris (2011) ha reverdecido viejos laureles. Habréis adivinado con Banderas no participó en ninguna de las dos, sino en la que hizo entre ambas, la muy inferior Conocerás al hombre de tus sueños (2010).

A falta de ver La piel que habito, me surge la duda de si se repetirá la misma historia con Almodóvar o podrá remontar el vuelo. Él se lo merece y no os engañéis, mi artículo no es para criticarle. Simplemente muestro mi frustración al ver que, por falta de acierto por su parte o por exceso de prejuicios hacia los hispanos de los productores, él nunca ha logrado reivindicarse como el gran actor que demostró ser en España. 

By David Ramírez